Un problema que afecta a toda nuestra sociedad

En las personas con problemas de adicción y en  consumidores habituales de sustancias estupefacientes, no es extraño que suelan darse casos en los que, estos individuos adquieras o vean potenciadas ciertas tendencias agresivas o violentas.
Según esto ¿Existe una relación entre los trastornos derivados de la adicción a determinadas drogas y estas tendencias agresivas? ¿Cuáles son la posibles causas que podemos identificar, y situaciones que la favorecen?

Violencia en los trastornos por consumo de drogas

Violencia en los trastornos por consumo de drogas

La psicología ha descrito en sus manuales de diagnostico, tales como el DSM-V, que las consecuencias y trastornos asociados al consumo de drogas habitual conllevan, en no pocas ocasiones, alteraciones psicopatológicas de menos o mayor grado, según el caso y el tipo de sustancia, desde las substancias consideradas “legales” como pueden ser el tabaco, el alcohol, o determinados fármacos prescritos, hasta las substancias consideradas “duras” o prohibidas.

En cualquier caso, la adicción implica una pérdida seria del control del individuo sobre su voluntad y libertad, ya que hablamos de dependencia y, por tanto, de necesidad, física y psicológica de la o las sustancias en cuestión.

De entre toda la multitud de síntomas y consecuencias que podemos observar derivados de esta necesidad, podemos decir que la violencia es de los más peligrosos, ya que implica una amenaza potencial específica, no solo para el adicto, sino también para los que rodean al dependiente a las sustancias, y le sitúa directamente en el grupo más susceptible de comenzar a ejercer la violencia sobre la gente cercana y el resto de la sociedad.

Algunos estudios aseguran que este riesgo es de entre 4 y 10 veces superior entre la gente que depende de sustancias estupefacientes. Estas estadísticas son preocupantes y nos permiten entender que, entre la lista de comportamientos antisociales y agresivos, las adicciones, están en un puesto muy alto.

La violencia no es causada por la sustancia en concreto, aunque algunos agentes estimulantes pueden favorecerla, sino por la propia dependencia. Algunas de las substancias que más frecuentemente provocan este tipo de reacciones agresivas son la cocaína y derivados, así como los alucinógenos, naturales o químicos, que pueden desencadenar comportamientos además, dentro del contexto de la intoxicación, de los cuales el adicto no es plenamente consciente.

El contexto de la violencia

En las tres últimas décadas se han ido reuniendo los datos publicados de alrededor de dieciocho estudios en torno a la violencia en este tipo de trastornos, un meta análisis con datos y pormenores de más de medio millón de personas con estas patologías, con detalles sobre sus conductas agresivas y antisociales, lo que permite analizar los diferentes escenarios y contextos en los que se dan estos tipo de comportamientos violentos.
Como hemos mencionado, cabe entender que la violencia comienza por el entorno inmediato, y se empieza a ejercer sobre los más próximos, es decir, dentro de la familia, o con la pareja. Son las víctimas más vulnerables, debido también al mayor tiempo cerca del adicto, generalmente, aunque no se observó una diferencia excesiva con el resto de contextos o entornos, lo que nos permite decir, que la agresividad y violencia afecta generalmente sin importar el entorno o situación.

adquirir consciencia de este problema

Se han realizados dos tipos de estudios sobre la violencia en las adicciones, uno, llamado de ‘cohorte’, que analiza casos detalladamente en sus contextos y compara datos dentro de ese grupo, y los de control, que ponen los datos sobre la mesa para compararlos con la estadísticas de otros grupo, al cual pertenecen los que no son dependientes de sustancias. En cualquier caso, todo concluye que hay una relación directa entre drogas y violencias. Lo importante es encontrar un marco adecuado para encontrar las posibles soluciones a este problema individual y social.

Estamos en una sociedad en la que determinados individuos son esclavos de ciertas sustancias, enfermos patológicos que experimentan un deterioro progresivo a nivel individual y en todos los aspectos. Un deterioro físico, como es previsible, pero al tiempo un deterioro psicológico y emocional y, por supuesto, social, que es variable además, en función de su posición, entorno, personalidad, sustancias consumidas y otros factores que influyen a la hora de su difícil integración social.
Otro problema es la propia violencia ejercida sobre los demás, los que sufren indirectamente las consecuencias y derivaciones de la adicción de un familiar, o de un desconocido, y que a menudo va desde la agresión o abuso verbal, hasta violencia física grave, convirtiendo en víctimas de estos trastornos a otros miembros de la sociedad, que además deben lidiar posteriormente con otros problemas, como son el miedo, la ansiedad, depresión, tristeza o incluso procesos legales que acaban por mermar las fuerzas emocionales, más si se trata de parientes o familiares. En este sentido, y como enfermo, el que ejerce la violencia es también víctima de la situación, aún provocada por el mismo, por su patología, al incurrir y causar perjuicio y situaciones con consecuencias negativas también para el mismo, ya que la violencia puede efectivamente terminar en sede judicial, después de numerosas denuncias, detenciones, sanciones económicas, problemas de insolvencia, y en muchos casos la entrada en prisión si así lo determina el juez.

La importancia de adquirir consciencia de este problema

Ante estos dos problemas, el individual y el colectivo, la conclusión debería pasar. Por entender la necesidad de invertir esfuerzos y recursos, tanto en la prevención de la adicción, como la ayuda al enfermo, para que pueda someterse a programas que le ayuden a superar la enfermedad. Una vez somos conscientes del profundo alcance del problema, deberíamos entender la importancia de dedicar más recursos a través de personal y programas especializados que ayuden a las personas adictas a sustancias a sanar esa patología. Más adictos curados se traduce en una mejora individual, pero sobre todo la reducción de peligro y la ofensa social. Entre todas estas soluciones, la más importante debería ser la prevención, que ataca el problema antes de que se genere. Es complicado, pero más efectivo, siempre que haya voluntad para dedicar recursos públicos, para movilizar y concienciar, por grupos de edad en riesgo de padecer o sufrir adicciones a sustancias peligrosas.

La sociedad aún debe convencerse de que destinar fondos a la prevención es más barato que pagar los costes tanto médicos, económicos como sociales y emocionales de la adicción, ya que desde los programas de desintoxicación, todo cuesta dinero y más esfuerzo que evitar que aparezca el problema, y consecuentemente la violencia. Muchas e importantes fundaciones destinan ya tiempo y mucho esfuerzo a esta causa y ayudan a prevenir con campañas entre los más vulnerables, los jóvenes, expuestos en muchas ocasiones a las ganas de experimentar nuevas cosas, o emociones fuertes, ya que en ocasiones sufren ansiedad, apatía, y una gran presión de pertenencia al grupo, cada vez más extendida, debido a las redes también, junto a muchos más factores como el entorno familiar en casos de familias con bajos recursos y muchos problemas.

En este sentido, el éxito depende de la constancia y el alcance, debiéndose buscar un lenguaje apropiado para llegar a los más jóvenes, hoy rápidamente cambiante, para que el mensaje pueda calar apropiadamente, y ser más eficaz la comunicación, ya que de ello depende el buen uso de los recursos y el esfuerzo por parte de los responsables y agentes sociales.
Fundamental encontrar expertos en los canales útiles, como pueden ser las mencionadas redes sociales y las aplicaciones e internet, en un mundo dominado por la inmediatez y la imágen, y lo efímero de todo mensaje, saturado por la información. Atrás quedaron los tiempos de campañas publicitarias a través de la televisión. Hoy es necesario adaptarse y contar con buenas campañas en plataformas como Tik Tok o Instagram, con un alcance mundial e instantáneo, con un lenguaje espontáneo, para trabajar en la prevención de la violencia provocada por los trastornos de adicción, a diversas sustancias, e idealmente de la violencia en general, que también es consumida visual y masivamente, por los jóvenes. Es una gran asignatura pendiente aún hoy, en el SXXI.