Método Viloriem
Modelos psicoterapéuticos integrativos
Modelos psicoterapéuticos integrativos
Los modelos psicoterapéuticos integrativos tienen elementos de distintas terapias que acondicionadas logran estructurar un método coherente de principio a fin con el objetivo de reducir la tendencia de caer en el eclecticismo. La integración sistemática de modelos psicoterapéuticos proporciona al paciente un esquema terapéutico coherente centrado en el proceso psicopatológico y en las necesidades que se advierten para lograr una mayor eficacia terapéutica.
Dichos modelos integrativos tienen además la ventaja de proporcionar un valor académico de gran importancia ya que se centran en el entendimiento de los elementos epistemológicos, teóricos y filosóficos que son comunes en estas teorías y en las técnicas o estrategias terapéuticas que se integran de manera analógica en un modelo teórico único y especifico.
Para enunciar la validez en una teoría integrativa, esta debe cumplir con ciertas características: la primera es que debe explicar la conducta humana, la segunda se centra en los aspectos psicopatológicos y la tercera enuncia las estrategias para lograr el cambio.
En el caso del modelo psicoterapéutico integrativo su propósito está centrado en el individuo y en la unificación que responde de forma apropiada y eficaz a la persona en el plano afectivo, conductual, cognitivo y fisiológico de su funcionamiento.
Los diversos enfoques psicoterapéuticos consiguen resolver los problemas del paciente y con ello, éste obtiene un beneficio. Sin embargo, la Psicoterapia Integrativa logra un beneficio doble; por una parte, la persona tiene a su disposición más herramientas psicoterapéuticas para el tratamiento y solución de sus problemas; el terapeuta cuenta con un número mayor de enfoques terapéuticos para apoyar al paciente desde un punto de vista integrativo (Castonguay, 2000; Lampropoulos et al., 2002).
El Método que se expone en esta introducción se basa principalmente en la integración estructural de elementos psicoterapéuticos para el abordaje de ciertas patologías cuyo correlato fisiológico pueda ser fundamentado y validado científicamente.
Para lograr dicho abordaje se ha propuesto una metodología que integre los sustratos biológicos de la patología suscrita a la intervención, integrando la evaluación psicodiagnóstico para la estructuración de una terapia farmacológica y psicoterapéutica adaptada a las necesidades de abordaje del paciente en cada caso. Para ello se ha diseñado un protocolo para cada sustrato etiológico basado en la evidencia científica que se analizara de comienzo a fin para validar el conjunto de las estrategias utilizadas con el objetivo de dar luz al conocimiento y a la buena práctica de los sistemas
Integrativos fundados en la neurociencia
El «Método Vilem» se fundamenta dentro del marco psicoterapéutico basado en el modelo integrativo que, estructurado de la cohesión de los principios neurocientíficos, en la integración de terapias farmacológicas y psicoterapéuticas basadas en la evidencia arroja como resultado un marco conceptual que sustenta y valida la metodología que se utiliza para la evaluación, diagnóstico, intervención y seguimiento a llevar a cabo con cada paciente.
Este método nace de la necesidad de proporcionar al paciente una interpretación y explicación de sus problemas para organizar sus experiencias en un contexto coherente y pronosticable dándole una sensación de control que les permita un cambio, así como herramientas de procesamiento cognitivo (derivada Cognitivo conductual), desensibilización (EMDR) y control de la atención (Mindfulness) para el reforzamiento de los mecanismos de control de la corteza Frontal y el aumento de la red frontolimbica.
(Teper R, Sega! ZV, et al., 2013)
Aspectos generales de la neurociencia integrativa centrada en el trauma psiquico
A finales del siglo XX en las décadas 60 y 70 se inicia la corriente neurocientífica a raíz del surgimiento de nuevas tecnologías de neuroimagen, como la encefalografía, la tomografía axial computarizada, el angiograma y la resonancia magnética funcional entre otras. Otra contribución a su desarrollo se debe a la expansión de las tecnologías de las comunicaciones, lo que ha permitido una globalización del conocimiento y una conexión en tiempo real de investigadores de diferentes partes del mundo.
En esta disciplina cabe el estudio de las estructuras y funciones cerebrales implicadas en los procesos normales de las funciones cerebrales y las enfermedades mentales. También se extrapola al estudio del comportamiento humano y en este caso que nos incumbe «el trauma psíquico».
Actualmente se cuenta con herramientas muy poderosas como las neuroimágenes para observar la actividad cerebral en tiempo real, que permiten observar la actividad metabólica – eléctrica y/o química de las áreas cerebrales que propician o no la regulación de la emocionalidad y el comportamiento.
Gracias a las nuevas técnicas de neuroimagen, se accede a conocimientos acerca del cerebro mucho más precisos y con procedimientos no invasivos. Actualmente las neurociencias están interesadas en el campo de la función cerebral, y es a través de estas técnicas entre otras, que es posible estudiar las funciones del cerebro, en tiempo real e identificar las estructuras cerebrales implicadas en todos los procesos funcionales.
Trauma y Neurociencias
Para profundizar en el tema del Trauma Psíquico debemos definir el Trauma que en términos etimológicos procede del griego y significa «Herida-«. Según la RAE se define como emoción o impresión negativa, fuerte y duradera.
Un trauma emocional puede inducir una cascada de eventos neurobiológicos que tienen consecuencias duraderas, incluso puede alterar la expresión de los genes. El abuso y la negligencia temprana pueden desregular el sistema de redes en el desarrollo del niño al reducir su resistencia a eventos estresantes, lo que lleva a problemas posteriores de regulación emocional ya que existe una tendencia a prestar más atención a señales que contienen riesgo e ira y son hipersensibles a las amenazas.
La hipótesis de la cicatriz y las teorías de la sensibilización conductual o del encendido electrofisiológico sugieren que los traumas emocionales pueden dejar huellas que persisten incluso después de la remisión de los trastornos afectivos relacionados y hacen que los individuos sean vulnerables a la aparición de nuevos episodios, incluso bajo la influencia de un estrés psicosocial moderado.
Las experiencias sociales tempranas desfavorables, como el abuso emocional, físico o la institucionalización, pueden afectar la estructura y función de la corteza prefrontal. Se ha demostrado que la exposición a factores estresantes emocionales repetidos, incluso en ausencia de un diagnóstico de trastorno de estrés postraumático (TEPT), produce una mayor formación de sinapsis y crecimiento dendrítico en la amígdala basolateral, retracción dendrítica en el hipocampo y comportamiento similar a la ansiedad frente a desencadenantes específicos.
Durante la narración de un suceso emocionalmente traumático se produce una activación del sistema límbico, de la amígdala derecha, de la corteza orbitofrontal y del giro cingulado anterior. Además, hay una activación de la ínsula anterior, que registra el impacto físico de las emociones negativas, y de la corteza temporal anterior y medial, que están involucradas en las emociones negativas.
Los estudios de neuroimagen en pacientes con (TEPT), han encontrado hipoactividad en el lóbulo frontal, el cingulado anterior y las áreas talárnicas, lo que indica los efectos del (TEPT), en la función ejecutiva, la atención y la integración cognitiva, conmemorativa, afectiva y somatosensorial.
Uno de los hallazgos más replicados en estudios con pacientes con trastorno de estrés postraumático es la disminución de la activación de la corteza prefrontal dorsolateral. Los estudios también han encontrado una correlación negativa entre la corteza prefrontal dorsolateral y la activación de la amígdala.
Un metaanálisis reciente reveló anomalías cerebrales estructurales asociadas con el trastorno de estrés postraumático y el trauma emocional y sugirió que las reducciones globales del volumen cerebral pueden distinguir el trastorno de estrés postraumático de la depresión mayor.
Los estudios de neuroimagen del tratamiento exitoso de desensibilización y reprocesamiento del movimiento ocular (EMDR) han demostrado consistentemente que los pacientes exhibieron una mayor activación del lóbulo frontal. Ir más allá de los límites del diagnóstico, centrarse en la interacción causal entre procesos traumáticos específicos y utilizar medidas estandarizadas son direcciones útiles para futuras investigaciones sobre la memoria, las emociones y el trauma emocional.
Metodología de aplicación de las terapias integrativas
La psicoterapia integrativa es una terapia que combina diferentes opciones terapéuticas, mediante un enfoque integrador de diferentes aspectos: afectivo, cognitivo, conductual y fisiológico. El objetivo principal de la psicoterapia integrativa es crear un vínculo entre cuerpo y mente, para facilitar la plenitud de la persona y el correcto funcionamiento de sus áreas psíquicas e interpersonales. Todo ello, de una manera abierta, sin expectativas u opiniones previas.
En el caso particular y como ilustración de la aplicación de Método Vilem debemos entender la matriz conceptual de los procesos a ser abordados. La psico traumatología es la parte de las ciencias del comportamiento que se enfoca en el estudio del trauma, neurobiología, neurofisiología, su curso, evaluación y las distintas maneras de abordarlo.
El programa de tratamiento y recuperación de la clínica de psico trauma y potencial humano intenta ser una de las opciones apropiadas para la atención de las personas que padecen los efectos del trauma considerando las directrices de las guías clínicas internacionales de intervención, utilizando las modalidades de intervención que han sido ampliamente investigadas y respaldadas con estudios serios que evidencian su eficacia, utilizadas con rigor científico y puestas a disposición de las personas de acuerdo a sus necesidades particulares.
De tal manera que, la persona puede llegar a tener una mejor visión de sí mismo, del presente, del futuro, teniendo esperanza y quedándose con el aprendizaje de la experiencia para luego poder afrontar adversidades parecidas en el futuro.
El Método Vilem integra las siguientes fases para su aplicación:
Evaluación: Para la realización de una valoración diagnostica debemos distinguir si será con la finalidad diagnostica orientada en la valoración de resultados o con finalidad forense por tanto las baterías diagnosticas que se aplican tienen aspectos diferenciales:
Secuencia de valoración
Historia Clínica psiquiátrica
Batería psico diagnóstica
Diagnóstico
Se realiza un informe que contiene en su estructura los antecedentes de la enfermedad actual con detalles cronológicos de los acontecimientos más importantes, sintomatología asociada, antecedentes mórbidos, antecedentes familiares tratamientos previos, interpretación de resultados de las pruebas diagnósticos, conclusiones, Diagnósticos codificados.
Tipos de informes
El abordaje del Psicotrauma derivado del Método Vilem contempla
Esquema de valoración e indicación terapéutica del método vilem
Neuro psicoterapia basada en EMDR
La terapia EMDR es un modelo psicoterapéutico, fue descubierto y desarrollado por la doctora Francine Shapiro, en 1987 a partir del estudio de los efectos de los movimientos oculares y los efectos positivos derivados del cambio en que los recuerdos que se tratan hacen una transmutación durante el procesamiento y luego se almacenan a través de un proceso de reconsolidación en pocas palabras el EMDR transforma la experiencia almacenada de modo disfuncional hacia una resolución adaptativa.
Las investigaciones que subyacen a esta técnica han comprobado que existe una reducción del ritmo cardiaco y un aumento de la temperatura corporal. Esto sugiere que la estimulación del EMDR fortalece la actividad del sistema parasimpático. (Denny, 1995; Van Der Kolk et al., 1997, Bergmann., 2008).
Estudios de neuroimagen revelaronla existencia de la normalización del CBF (Flujo sanguíneo cerebral) en la corteza peri límbica en pacientes con TEPT en tratamiento con EMDR. (Pagani et al., 2007). E los dos hemisferios a través También avalan esta terapia los estudios realizados con análisis cuantitativo de las electroencefalografías de pacientes tratados que mostraron una normalización de las ondas cerebrales lentas en la corteza de ambos hemisferios. Este estudio concluye que el EMDR resincroniza la actividad de los hemisferios a través de la estimulación alterna repetida, (Nicolasia, 1994).
En la Aplicación de la terapia se debe evaluar al paciente definiendo su estado patológico a través de una Historia clínica semi estructurada, la aplicación de test psicoterapéuticos y ECG de entrada y salida posterior al cumplimento del procedimiento que:
Consta de 8 fases:
Historia: En la fase I se lleva a cabo la conceptualización del caso. Se hace la historia clínica, como en cualquier terapia, pero prestando especial atención a la relación con la principal figura de apego y se exploran sus factores de seguridad.
Se identifican los recuerdos del pasado que provocan el problema actual, preguntándole al paciente cuál fue la primera vez que sintió esos síntomas, qué estaba pasando en su vida y qué recuerdos tiene. Y también, en el presente, qué hechos o situaciones actuales estimulan el síntoma.
Dedicar una sesión a realizar conjuntamente con el paciente su línea de la vida en la cual, de manera gráfica, se sitúan los recuerdos positivos y negativos por franjas de edad, permite, además, conocer el impacto de determinadas vivencias en la organización de su personalidad
Sorprende la gran cantidad de «pequeñas vivencias negativas» que suelen atesorar los pacientes a lo largo de su vida, sobre todo en la infancia, que no han sido reconocidas y cuyo efecto nunca hasta ahora ha podido ser validado por nadie. En EMDR se habla de los archivos de la memoria de la infancia como formados por experiencias infantiles que si se repiten o se refuerzan acaban constituyéndose en esquemas cognitivos o de creencias.
Finalmente, en esta primera fase, se seleccionan las dianas sobres las que se trabajará y se acuerdan los objetivos terapéuticos. Siempre y cuando el paciente no consulte por un trauma «T», se empieza por el pasado. Los traumas ‘T» son los que responden mejor y más rápidamente al tratamiento con EMDR.
Preparación: Primero se revisan los criterios genéricos de idoneidad para el método, que son: la existencia de una red de apoyo social, si tiene disponibilidad en cuanto a tiempo y económica (en los tratamientos privados), el tipo de problema que presenta y, en el caso de que esté tomando medicación, si ésta le permite trabajar en buenas condiciones.
Algunos problemas, como el dolor ocular, contraindican el uso de la estimulación bilateral visual. Para terapeutas que se inician no es recomendable atender a pacientes con problemas neurológicos o físicos ni tampoco a aquellos que presentan abuso de sustancias con nesgo para su vida, tentativas autolíticas, auto o hetero agresiones o trastornos disociativos.
En esta fase es especialmente importante descartar síntomas disociativos y para ello se puede administrar al paciente un cuestionario de screening como la Escala de Experiencias Disociativas (DES, Bersntein y Putnam, 1986). También se valoran cuáles son las expectativas del paciente y se le explica en qué consiste el tratamiento.
En este punto se le comunica la posibilidad de una activación de material perturbador cuando comienza la estimulación y que una vez acabada la sesión podrían aparecer otros recuerdos o establecerse nuevas asociaciones, con el consiguiente malestar subjetivo.
Asimismo, se revisan los recursos de estabilización del paciente o la capacidad para autorregularse con estrategias de reducción del estrés como la relajación y el mindfulness, por ejemplo. EMDR es un instrumento potente que usado de manera inadecuada puede ser muy perjudicial para los pacientes. Durante el reprocesamiento o incluso antes, en la elaboración de la historia, el paciente puede sentirse desbordado emocionalmente y por ello se hacen necesarias las medidas de estabilización.
Un recurso que se le enseña al paciente es el del «lugar seguro» o tranquilo. En los niños se puede aceptar como «lugar seguro» un peluche o cualquier otro objeto de apego. Sería el equivalente al objeto transicional. Si el paciente no tiene un lugar imaginario o real dónde se sienta tranquilo, se puede recurrir a la identificación de una característica positiva como la fuerza o el control.
La relación entre paciente y terapeuta debe ser de confianza, por lo que no es recomendable precipitarse e iniciar el tratamiento sin esa base bien establecida. El ensayo de la mecánica de la reprocesamiento, como la posición de las sillas de paciente y terapeuta, la distancia entre ambos, el radio, la velocidad y la dirección de los movimientos oculares, el tapping o la escucha alternada, se efectúa en esta fase. La señal de stop es la que le da el paciente al terapeuta para parar la estimulación.
Evaluación
Se descompone el recuerdo en imagen, cogniciones, emociones y sensaciones físicas (ICES). Para ilustrar esta fase, pondré el ejemplo de S, una chica que consulta por problemas de inestabilidad afectiva y en sus relaciones. Uno de los recuerdos que escogió para re-procesar fue el siguiente:
«Mis padres discutiendo, de pie al lado del sofá, cada vez más fuerte y de pronto mi padre, en un arrebato, le tira del pelo a mi madre, la tira al sofá y yo arrodillada diciéndole, para ya, para ya, y llanto y gritos».
La imagen que representa la peor parte de este recuerdo para la paciente es cuando el padre coge del pelo a la madre. El pensamiento negativo es «soy culpable» y el pensamiento positivo que le gustaría tener de ese recuerdo es «yo era una niña, no soy culpable». La emoción que le provoca es impotencia. La sensación física que le genera ese recuerdo es una opresión en la «boca del estómago». El tratamiento de esta paciente ha permitido identificar un funcionamiento tipo rol reverse, en un contexto relacional con graves carencias emocionales, y orientar todo un trabajo de validación que le está ayudando en la relación con su propia hija.
Es preciso establecer bien las cogniciones negativas asociadas a la imagen del recuerdo porque son las creencias que uno tiene de sí mismo y suelen aparecer en tres ámbitos: el de la responsabilidad sobre la situación («soy culpable», como en el ejemplo anterior), el de la seguridad/peligro (habitualmente lo encontramos en los «T» y son del tipo «estoy en peligro», «no confió en mi», «no puedo protegerme» ) y el del control («no tengo el control», «soy débil», «no tengo opciones», «soy vulnerable»).
También se mide el nivel de la validez de la cognición positiva (VOC) y el grado de perturbación que está sintiendo cuando piensa en esa imagen (SUD).
Desensibilización
Se inicia la reprocesamiento con estimulación bilateral (movimientos de los ojos, tapping o tonos auditivos). Aquí se le pide al paciente que traiga a su mente la imagen y las palabras negativas, y notando dónde lo está sintiendo en el cuerpo se inicia la estimulación. Tras una tanda de unos 30 segundos el paciente dice lo que nota. Se realizan tandas de estimulación y re información hasta que no aparezca material nuevo. El terapeuta tiene que estar atento al lenguaje corporal y las señales no verbales. Si el procesamiento va bien se van a establecer conexiones y el paciente informará sobre nuevas asociaciones. La imagen, los pensamientos, la emoción y las sensaciones van a ir cambiando. Al final el recuerdo queda integrado en una estructura de memoria más amplia. Si las puntuaciones del VOC y el SUD son óptimas se pasa a la siguiente fase.
Instalación
Se verifica la validez de la cognición positiva original (VOC) y mediante instalación (una tanda corta de estimulación bilateral) se integran sus efectos positivos al evento target original.
Chequeo corporal
Cualquier sensación residual de perturbación se reprocesa hasta su desaparición. El procesamiento no está completo hasta que no se logre un examen corporal libre de cualquier sensación negativa asociada
Cierre
Se debe asegurar de la estabilidad del paciente. En el cierre se le dice que el reprocesarniento de hoy puede o no continuar después y los días posteriores a la sesión.
Reevaluación
Por lo general al inicio de una nueva sesión, se accede de nuevo al target de la sesión anterior para evaluar si existen perturbaciones residuales. Puede suceder que, durante el proceso, el paciente presente abreacciones o episodios breves de elevada intensidad emotiva, generalmente cuando está reviviendo una experiencia traumática. Es una señal de que el material disfuncional se está procesando; pero conviene que el terapeuta ayude al paciente a mantener la atención dual sin dejar la estimulación bilateral. Si el procesamiento no avanza puede ser que haya creencias bloqueantes o recuerdos más antiguos que estén interfiriendo en el proceso (recuerdo fuente).
El protocolo a futuro se lleva a cabo con ejercicios de imaginación, visualización y estimulación una vez se han procesado todos los targets y los estímulos actuales que disparan los síntomas. Consiste en explorar cuáles son las habilidades que tiene que desarrollar el paciente cuando tenga un problema determinado.
El protocolo estándar se realiza en más de una sesión. En cuanto al tiempo que puede durar una sesión de EMDR, Shapiro (2001) habla de 90 minutos. Pero en los tratamientos EMDR convencionales son de 45 minutos ya que puede resultar muy cansado tanto para el paciente como para el terapeuta. Tanto si es una hora como algo más, es importante que las sesiones se cierren bien, lo cual significa, básicamente, que el paciente salga de la consulta tranquilo. Para ello se utilizan las técnicas de autorregulación preferidas por él (lugar seguro, relajación con respiración, mindfulness, etc.).
En lo que a evidencia se refiere recientemente se han publicado datos importantes de resultados de investigaciones en las que se evidencia el cambio en la activación de las áreas cerebrales antes, durante y después de la terapia EMDR. Propiciando el alivio del sufrimiento humano generado por trauma psicológico. Los datos que arrojan estudios científicos controlados respecto a los resultados en la terapia EMDR por lo general 3.-6 sesiones evidencian entre un 77-100% de remisión de los síntomas en el TEPT (Shapiro, 2002). En otro estudio realizado con veteranos de guerra que se consideran víctimas de traumas múltiples se necesitan 12 sesiones (Markus et al., 1997).
El paradigma en el que se basa esta terapia parte de la premisa del que el cerebro de que el cerebro dispone de un sistema innato de «procesamiento de la información» que está preparado para procesar la información hasta alcanzar una resolución adaptativa que implique un estado de salud mental. Es decir, que ante cualquier evento «negativo» que nos sucede, el cerebro tiene capacidad de «procesarlo» (utilizando la terminología de la informática) hasta que desaparezcan las emociones negativas asociadas al mismo, y que ese evento nos sirva de aprendizaje y sea integrado para ser utilizado en el futuro.
Neuropsicoterapia basada en mindfulness
La línea de investigación más relevantes en neurociencia cognitiva del mindfulness se clasifica en tres grandes áreas: a) cambios diferenciales en la actividad de la red por defecto debidas a la práctica del mindfulness; b) cambios funcionales o estructurales de la red atencional, y c) cambios funcionales o estructurales de la red fronto límbica y la amígdala, relacionados con la regulación emocional.
Conceptualmente Mindfulness se define como una forma de ‘atención consciente y deliberada, en el momento presente y sin juzgar (Kabat et al., 1994 y 2011 ). El entrenamiento es un elemento central en los programas basados en mindfulness.
La repetición de ejercicios pautados podría mejorar funciones básicas como la atención, la regulación emocional o el descentramiento, asociados a variaciones funcionales y estructurales en el sistema nervioso. Todas las técnicas aplicadas tienen el objetivo de ejercitar la atención o desarrollar cualidades afectivas como la ecuanimidad.
La neurociencia del mindfulness aporta conocimiento más detallado de la activación cerebral basal, los mecanismos de regulación de la atención, las emociones y la autorreferencia. Uno de los temas de mayor relevancia para la neurociencia es la caracterización de la red por defecto.
Fue descrita por Marcus Raichle et al., 2001 como una red de regiones cerebrales que están más activas durante el ‘reposo’ que durante la ejecución de una tarea, es decir, identifica las áreas que reducen su actividad al realizar cualquier tarea consciente.
Esas áreas son: a) el lóbulo temporal medial, involucrado en la memoria y la planificación; b) la corteza prefrontal medial, clave en la inhibición, el control, y la evaluación propia y de otros; c) la corteza cingulada posterior, motor de la integración emocional y la discriminación de la información relevante; d) la precuña ventral, que integra información de las áreas sensoriales; y e) la corteza parietal, principalmente las áreas motoras del lenguaje.
Caracterizar la red por defecto nos lleva a la descripción de un cerebro en ‘reposo’ o ‘que no hace nada’, una mente que vive en la planificación de un futuro, la vivencia de memorias, la experiencia de sensaciones, la escenificación de hipotéticos escenarios donde somos el actor protagonista (Alderson -Day B et al., 2016) y mucho diálogo interior de contenido autobiográfico (Morin A et al., 2012).
Todo ello de forma espontánea y rápidamente cambiante. Ésta es también la descripción de una mente di vagante o que vive en un estado de ensoñación.
La mayoría de las personas pasan en dicho estado aproximadamente el 47% del tiempo (Killíngsworth MA, et al., 2010). Si consideramos que una actividad elevada o persistente de la red por defecto correlaciona con estados de infelicidad percibida, su disminución debería contribuir al bienestar.
En 2011, un consorcio de universidades americanas mostró que la meditación reduce la actividad de la red por defecto (Brewer JA, et al., 2011 ), especialmente en las cortezas medial prefrontal y la cingulada posterior y la precuña, y con ello el ajetreo mental y la satisfacción subjetiva percibida. Dicho estudio mostraba, además, que la disminución de la actividad de la corteza cingulada en la red por defecto estaba relacionada con una reorganización del sentimiento de sí mismo.
La disminución de esta área en meditadores sugiere también que la red por defecto está menos centrada en la idea de yo, menos ‘egocéntrica’ o autorreferencial. Los cambios observados en la red por defecto en meditadores de larga trayectoria no se limitan sólo al tiempo de la práctica, sino que su disminución es estable en el tiempo (Panda R et al., 2016)] y se convierte en un rasgo característico de su cerebro.
Como veremos en la descripción de los mecanismos neuronales de la atención, siguiente subsección, la red por defecto es un atractor al que converge el cerebro en momentos en que ‘olvidamos’ el objeto de la atención, es decir, cuando nos distraemos. Diversos estudios han mostrado que meditadores expertos recurren con menor frecuencia a esta red que los principiantes (Hasenkamp W et al., 2012).
Una de las aplicaciones de las intervenciones basadas en mindfulness se centra en aumentar la calidad de vida de personas con dolor crónico a través de la reducción de su incrementada actividad de la red por defecto (Greenwald ID et al 2018]. Estos artículos se convertían en semilla para entender los mecanismos neuronales de por qué el mindfulness contribuye significativamente a mejorar la calidad de vida.
La regulación de las emociones supone la generación de estrategias que influyen en cómo y cuándo emergen las emociones, su duración y vivencia. Los beneficios de mindfulness sobre la regulación de las emociones se han sido estudiado ampliamente, y se pueden resumir en cuatro puntos: a) mayor recuperación del estado basal después de un estímulo desagradable (Holzel BK et al., 2011) b) mejora en la expresión de las emociones (Robins CJ et al., 2012]; c) mejora del estado de ánimo [. Jain S, Shapiro SL et al-. 2007), y d) mejora de la creatividad (Díng X et al., 2014)].
Una de las sentencias más repetidas en la práctica de la meditación es atender al momento presente sin juzgar, cuya base neuronal podría ser el reforzamiento de los mecanismos de control de la corteza frontal y el aumento de la red fronto límbica (Teper R e t a l. , 2013).
La red fronto límbica es la que conecta la corteza frontal con los sistemas emocionales (límbicos) del cerebro, donde destaca la amígdala, un área de especial relevancia en el contenido emocional de las memorias y que suele presentar mayor actividad en personas con ansiedad, estados de miedo o autodefensa. Dicha red supone un mecanismo de control consciente sobre las emociones, que por su neuroanatomía tienden a ejercer una fuerte modulación sobre las estructuras superiores. La red fronto límbica es más fuerte en meditadores expertos, lo que correlaciona con medidas de bienestar y disminución de la actividad de la amígdala (Goldin PR Gross et al., 2010).
Un estudio realizado en la Universidad de Múnich demostró que, en meditadores, la conexión entre la amígdala y la corteza prefrontal pasa de estar negativamente correlacionada (típico de personas con poca regulación emocional) a estar positivamente correlacionada (Holzel BK et al., 2013) mayor conexión, más regulación emocional). Este cambio de la red fronto límbica está relacionado con una mejoría de los síntomas psicológicos. Otro de los mecanismos por el cual se optimiza la red fronto límbica es mediante la disminución de la actividad de la amígdala.
Los beneficios neuronales de la práctica de mindfulness se harían extensos a las lesiones o alteraciones neurodegenerativas que cursan con un deterioro de dicha zona. En las primeras etapas de la enfermedad de Alzheimer se observa un enlentecimiento de la zona frontal, tanto dorso lateral como orbitofrontal, que correlaciona con la baja puntuación en cuestionarios psicométricos de cognición (por ejemplo, la fluencia verbal, la capacidad de memoria y el control sobre las interferencias). Estudios longitudinales de los beneficios de la práctica de mindfulness para la prevención o ralentización de la progresión de demencia podrían aportar evidencia a lo que hasta ahora es una inferencia prometedora.
Algunos estudios muestran ya que la práctica de mindfulness reduce el estrés en personas con demencia y ralentiza la atrofia cerebral producida por el envejecimiento sano. Este factor es clave debido a la evidencia de que el estrés está correlacionado con los niveles de inflamación (De la Rubia Ortí JE et al.,2016). Por otra parte, el fortalecimiento de la corteza prefrontal supone una mayor comunicación en los mecanismos de regulación emocional top-down, concretamente en los centrados en la red fronto límbica. Además de la reducción observada en el grosor del núcleo amigdalino, el fortalecimiento de la red fronto límbica es otro de los mecanismos de acción emocional de la práctica de mindfulness. Son numerosos los estudios que muestran que la actitud del mindfulness supone una mejora en la regulación emocional (Holzel BKet al,. 201 !).
Estas evidencias científicas apoyan la práctica del mindfulness para mantener un nivel de salud mental y bienestar, y suponen un apoyo a la implementación de programas en contextos psicoterapéuticos, laborales y educativos
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