La intervención psicopedagógica sigue un enfoque estructurado que comienza con una evaluación inicial del estudiante. En esta fase, se realiza una valoración exhaustiva de su perfil cognitivo y académico, identificando tanto sus fortalezas como sus áreas de mejora.

Posteriormente, se diseña un plan de intervención individualizado, estableciendo objetivos específicos y estrategias adaptadas a sus necesidades particulares. Una vez definido el plan, se inician las sesiones de trabajo, en las cuales se aplican técnicas especializadas que facilitan el desarrollo de habilidades y el refuerzo del aprendizaje.

A lo largo del proceso, se lleva a cabo un seguimiento constante para evaluar los avances logrados y realizar ajustes en la metodología si es necesario. Además, se fomenta la coordinación con la familia y el entorno escolar, ya que la implicación de padres y docentes es clave para reforzar los aprendizajes adquiridos y garantizar una mejora sostenible en el tiempo.